Te conozco desde hace un año y no te ofendas, pero puedo decir que a fuerza de la costumbre he aprendido a vivir contigo; no te niego que al principio fue difícil acostumbrarme a la forma intempestiva de cómo entraste en mi vida, sin avisar y sin pedir permiso. Cuantas veces la gente me dijo que lo nuestro era pasajero, que te irías de la misma forma en que llegaste y sin embargo aquí sigues y sin embargo te he hecho mía y sin embargo nos jugamos bromas y sin embargo tu eres parte de mi y yo de ti.
Aún tengo el recuerdo tan cercano de aquellos días que al buscar sacarte de mi vida me costó varios kilos de más y aun cuando al día de hoy no me he repuesto de esta hinchazón, no te lo reprocho, sin duda fue la manera que escogiste para silenciosamente enseñarme que nada es eterno y que más vale vivir al máximo cada momento, pero al mismo tiempo la lección enseñaba que vivir al máximo no se trata de llevar una vida de excesos por que tarde o temprano nuestro cuerpo nos cobrará la factura.
No puedo decir que lo nuestro será para toda la vida pero te aseguro que siempre voy a valorar lo que diariamente me dices al oído: “Aprende a escuchar todo lo que te rodea”.
Tlalnepantla, México. Octubre 28 de 2009.
Ensayo sobre la sordera
Mateo Montes de Oca
jueves, 29 de octubre de 2009
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